NOVENA A SANTA ÁGUEDA, PATRONA DE SORIHUELA DEL GUADALIMAR
DÍA NOVENO (4 DE FEBRERO)
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. +En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Oración primera para todos los días:
Gloriosa Virgen y Mártir Santa Águeda, que desde tus primeros años consagraste al Esposo Celestial todos tus pensamientos, haciéndole una completa entrega de tu corazón para que Él fuera el único Dueño a quien tan tiernamente amases, sin sufrir jamás que ninguno entrara a dividirlo y menos a dominarlo: Nosotros nos gozamos de ver que ni la tribulación, ni la angustia, ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro, ni la espada tuvieron fuerza alguna para hacer disminuir en tu generoso pecho aquella divina caridad en la que ardías; antes sí, superaste en vida y en muerte todas las dificultades que se te presentaron por parte de las criaturas, ya quisieran con halagos o amenazas vencer tu constancia y fidelidad en la piedad y temor de Dios, ya pretendiesen con honores y falsas promesas que faltaras a las que tenías hechas de guardar el depósito de la fe, de practicar las virtudes cristianas y de vivir en perpetua virginidad, y ya por fin emplearan los tormentos inauditos de desgarrar y abrasar tus virginales carnes para que correspondieras a las seducciones de una mujer infame y a los deseos de un tirano brutal, renunciando a tu vocación de cristiana y a tu profesión de virgen. Mas a todo respondías con celo intrépido y valeroso que, ni en el cielo ni en la tierra reconocías otro Señor que el Dios de la Gloria y, que a ninguno más doblarías las rodillas, porque a Él sólo habías dado tu corazón desde tu infancia. Confiados, pues, en tus méritos y protección, te rogamos Santa nuestra, nos alcances de la Majestad divina que guarde nuestros corazones libres de todo afecto terreno, que nuestras conversaciones sean puras y santas, y nuestros pensamientos se fijen siempre en Dios, sin que nada nos aparte de Él, ni en la prosperidad, ni en la adversidad, ni en salud, ni en enfermedad, y que cuando ésta nos aquejare, sin rehusar los remedios necesarios, pongamos, como tú, confianza en nuestro Señor Jesucristo, que es el que cura todas las enfermedades y dolencias, y también en ti, para conseguir por tu intercesión la salud del alma y del cuerpo y el favor especial que pretendemos en esta novena, si así conviene a nuestra eterna salvación. Amén.
(Ahora se rezará por tres veces el Padrenuestro, Ave María y Gloria en honor de la Santa y en reverencia del misterio de la Santísima Trinidad)
Oración para el día noveno (4 de febrero):
Oh admirable virgen y mártir Santa Águeda. ¡Cuán cierto es que a los que aman a Dios todas las cosas cooperan en su bien, pues las mismas tribulaciones y persecuciones sirvieron para tu dicha y encendieron tu corazón en aquella llama divina de la caridad que no pudo ser apagada por las muchas aguas de la tentación y de la angustia. Animada con esta celestial virtud decías a tu Esposo Divino: “Tú sólo eres mi único Dueño y Tú lo serás eternamente... Esposa tuya soy y oveja de tu rebaño... ¡Oh Dios mío, que por un efecto de tu misericordia quisiste tomar bajo tu amorosa protección a esta humilde sierva ya desde su infancia, preservándome del contagioso amor del mundo; arda mi corazón únicamente en el purísimo incendio de tu amor”. Tal fue el último suspiro de tu vida, nacido del gratísimo amor que ya en ella te unía con tu Dios. Ruega, virgen amante y fervorosa, al Dios de la caridad que la infunda en nuestras almas, para que, amándole mucho, nos perdone nuestros muchos y grandes pecados; pídele que, como a ti, nada nos aparte de la práctica de esta virtud, que es la corona de todas las otras, para que todas revivan en nosotros, sirviéndole y amándola cada día más y más, en salud y en enfermedad, en la vida y en la muerte, a fin de conseguir de su bondad las gracias que necesitamos y el favor especial que pedimos en esta novena, si es para gloria suya y bien de nuestra alma. Amén.
(Terminada la oración propia del día, se pedirá en silencio al Señor por los méritos de la Santa la gracia particular que se desea conseguir en esta novena y la virtud especial de cada día, concluyendo después todos los días con la siguiente oración)
Oración final para todos los días:
Señor mío Jesucristo, Rey de todos los mártires y corona de todas las vírgenes, que previniste a tu sierva Santa Águeda con las bendiciones de tu dulzura y de tu gracia desde sus primeros años, fortaleciendo con ellas su espíritu para que sujetara la carne al imperio de la razón y de la fe, y dándole valor para que resistiese a todos sus enemigos, pues sobre conservar ilesa su castidad supo como virgen prudente adornar su alma con las demás virtudes cristianas hasta tal punto, que dio su vida por no violar sus votos ni apostatar de la fe. Te suplicamos Señor, por su intercesión, que infundas en nuestras almas esas mismas gracias, para que a su ejemplo cumplamos como cristianos con las promesas que hicimos en nuestro santo Bautismo, permaneciendo fiel en todo, viviendo y muriendo en el ósculo santo de tu amistad y de tu gracia. También te pedimos Jesús nuestro, por los méritos de tu Pasión, por los Dolores de María y por el martirio de Santa Águeda, que nos concedas la gracia particular que solicitamos en esta Novena, si así conviene a nuestra eterna salvación. Amén.
Antífona:
Estando Santa Águeda en medio de la cárcel, extendiendo las manos, oraba al Señor, diciendo: “Señor Jesucristo, Maestro bueno, gracias te doy porque me hiciste vencer los tormentos de la carne. Ayúdame, Señor, a prevenir felizmente tu inmarcesible gloria.”
R./ Ruega por nosotros, dichosa Santa Águeda.
V./ Para que seamos dignos de las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Oración:
Oh Dios, que entre otros portentos de tu poder, diste a la mujer la victoria sobre el martirio: concédenos propicio que, los que honramos a tu Santa Virgen y Mártir Águeda como Patrona de esta Villa, nos dirijamos a ti imitando sus ejemplos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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