El
catecismo de la Iglesia Católica nos dice sobre el culto a los Santos: “Por el hecho que los del cielo están más
íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la
Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre.
Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús,
los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues,
mucho a nuestra debilidad”.
Esa es la convicción que nos debe confortar en nuestra
desesperanza y es lo que nos debe alentar esta nueva fiesta en honor de Santa
Águeda que el Señor nos regala. Si nos ponemos ante la imagen de nuestra
Patrona con esta certeza, serán unos días que nos ayudarán a crecer como
cristianos y nos unirán más a Cristo con un eslabón indestructible, su Esposa
Santa Águeda.
La mediación de los Santos es real y verdaderamente fuerte,
ellos fueron de carne y hueso como nosotros, tuvieron nuestras mismas
inquietudes y problemas, y hoy, viven la Gloria de estar con Cristo en los
Cielos. Los cristianos tenemos la necesidad de orar para vivir el amor
reconciliador que nos enseñó Jesús al abrirnos las puertas de la Casa del
Padre.
Dispongámonos pues en estos días a unirnos al Corazón de
Cristo por medio de la celebración de los sacramentos de la Reconciliación y la
Eucaristía, es la mejor forma de honrar a Santa Águeda, es el mejor obsequio
que le podemos hacer durante esta novena y la mejor flor que le podemos ofrecer
para adornar el altar en su fiesta.
Nuestra sociedad necesita de la oración, de esa unión íntima
con Cristo. Necesitamos poner nuestra vida en las manos de Jesús y dejar que el
Espíritu actúe en nosotros. Nuestro pueblo necesita abrir los ojos y fijarlos
en quien fue el pilar fundamental en la vida de Santa Águeda. Así se lo pedimos
a nuestra Patrona en el marco de la Misión
Diocesana en la que nos encontramos inmersos. Dios quiera que sea
fructífera.
Al acercarnos a Santa Águeda tengamos presentes a quienes
sufren, especialmente a nuestros paisanos y paisanas que sufren la enfermedad
de cáncer. Oremos por ellos y por sus familiares.
Tengamos presentes también a quienes nos dejaron y gozan ya
del sueño de los justos. A todos los sorihueleños que amaron a Santa Águeda y
la sirvieron sin escatimar esfuerzos, especialmente a Juan García Mañas, que
durante tantos años estuvo al frente de la cuadrilla de costaleros de nuestra
Patrona.
Con la convicción de que nos une mucho y nos separa muy poco
o nada, vivamos y disfrutemos de un nuevo 5 de febrero. Que nuestra devoción no
se quede en el estallido de un cohete o en una preciosa flor. Que sea una vida
entregada a Dios y al prójimo, de servicio y entrega, de oración y apostolado.
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