jueves, 2 de febrero de 2017
ESTADAL CONMEMORATIVO DEL PRIMER CENTENARIO
Este
año, uniéndonos a las celebraciones del primer centenario del cambio de nombre
de nuestro pueblo, de Sorihuela a Sorihuela de Guadalimar, la Hermandad ha
tenido a bien realizar una serie limitada de “estadales conmemorativos” con los
colores de la bandera de nuestra Villa (no olvidemos que el color rojo es
precisamente en honor a la sangre derramada por Santa Águeda en el martirio) y
con una medalla de dos caras (en una Santa Águeda y en otra el escudo de
Sorihuela)
¡No te quedes sin él!
AVISO SOBRE LAS SERENATAS
Por diversos motivos, las tradicionales serenatas en honor a Santa Águeda y a las Águedas, se estaban alejando de lo que es nuestra tradición y estaban perdiendo la esencia de su origen y la forma con la que nuestros antepasados nos las han transmitido. Por este motivo, se ha reorganizado el acto, valorando sobre todo la tradición. Se pasará por todas las casas en las que viva una mujer que lleve el nombre de nuestra Patrona y se le “echará la serenata”.
Si alguna mujer llamada Águeda (aunque no sea de Sorihuela) viene a nuestro pueblo a vivir la fiesta, rogamos se le comunique a algún miembro de la Junta Directiva, pues no debe quedarse sin recibir la serenata.
SE APROXIMA UN NUEVO 5 DE FEBRERO
En estos tiempos
en los que confesar la fe en público avergüenza y en los que parece repeler
todo lo que tiene que ver con Dios y con su Iglesia, aparece una vez más en
nuestro calendario el 5 de febrero y con él, la figura heroica de Santa Águeda,
empuñando con fuerza decidida los atributos de su martirio y de su triunfo;
confesando su fe en Dios y diciéndonos las mismas palabras que dijo a
Quinciano: “soy sierva de Cristo”.
No eran tiempos
fáciles los que le tocó vivir a nuestra Patrona, tampoco los nuestros son
demasiado halagüeños para los hombres de fe. Ella no se dejó llevar por el
temor y entregó su cuerpo a la tortura, así mantuvo incólume su alma. Contamos
con el testimonio de Santa Águeda y con su intercesión, ¿por qué no nos
refugiamos en ella y nos dejamos llevar de su mano?
Este año, como
miembros de una comunidad y como custodios del mayor tesoro que tiene
Sorihuela, nos unimos a las celebraciones del primer centenario del “apellido”
de nuestra Villa. La Hermandad es del pueblo y la devoción a Santa Águeda
también. Gracias a los sorihueleños de todos los tiempos, ha llegado hasta
nosotros y es nuestra obligación defenderla y conservarla. Es la herencia
colectiva más valiosa y a la que más debemos aferrarnos.
Cien años se han
cumplido desde que aquel 1916, año en el que nuestro pueblo abandonó su antigua
denominación de Sorihuela “a secas”, para convertirse en Sorihuela de
Guadalimar. Como enuncia el lema adoptado: “Cien
años de unión de la Villa con su Río en un mismo nombre”.
No debemos
ignorar que pocos meses después de la modificación del nombre de Sorihuela, el
13 de mayo de 1917, en Portugal, nuestro país vecino y hermano, se manifestaba
la Madre de Dios a tres pastorcillos. Se celebra por lo tanto también el primer
centenario de las apariciones de la Santísima Virgen María en Fátima. No
dejemos de mirar a Nuestra Señora, no nos cansemos nunca de acercarnos a Ella.
Su Corazón maternal siempre espera el regreso y el abrazo de sus hijos. La
Santísima Virgen es la mejor forma de llegar al Señor. Con Ella y con Santa
Águeda junto a nosotros, no debemos temer.
Año de
celebraciones en nuestro pueblo y en la cristiandad, pero también de añorar a
personas que nos han dejado. Han descansado en las manos del Señor varios
sorihueleños (sus nombres se indican en el apartado dedicado a la memoria de
los que se fueron), pero no podemos pasar por alto el recuerdo a un sacerdote
sorihueleño, amante de su pueblo y devoto de su Patrona, D. Juan Cerezo Floro,
que nos dejó en Valencia.
Pero a los pocos
meses, el Señor nos regaló otro sacerdote sorihueleño. En Madrid, era ordenado
por el cardenal D. Carlos Osoro, el ya diácono permanente, D. Fausto Marín
Sánchez. Nos alegra su ordenación y pedimos a Dios por intercesión de nuestra
Patrona que le guíe y ayude en su ministerio.
Este año el día
de Santa Águeda es domingo, ¡cuántos años esperando la coincidencia para que
sea factible el regreso! Somos muchos los que nos daremos cita a sus pies y
muchos los ojos que en la tarde del 5 de febrero la mirarán. Que nuestra
devoción no se quede en un día ni en una presencia o mirada físicas. Que
nuestro amor por Santa Águeda sea mucho más que eso: una realidad llevada a la
vida, un testimonio cristiano constante, una caridad perfecta, un “ejercer” de
sorihueleños aquí y allí, un respeto por las raíces y por los nuestros…
Que nuestro
cohete no quede en un simple ruido y nuestro vítor no sea una simple llamada
vacía.
¡Viva Santa Águeda!
¡Viva Sorihuela del Guadalimar!
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